Parecido a cuando El Principito
conoció a su rosa. Era única. Él había plantado baobabs, conocía los
secretos de los volcanes…pero nunca había visto una rosa. Eso la hacía
especial, y a ella le encantaba. Se sentía única. Como también me sentía yo.
Pero cuando El Principito llegó a
la Tierra descubrió que su rosa no era exclusiva. "Me creía rico con una flor única y resulta que no tengo más que
una rosa ordinaria." Había un campo lleno de miles como ella. Incluso más grandes, más
rojas y con más espinas.
Pero como muy bien le dijo el zorro:
"Fue el tiempo que pasaste con tu
rosa lo que la hizo tan importante." Había muchas pero ninguna de ellas
era su rosa. Y es que por muy grandes, rojas y punzantes que fuesen ninguna
había vivido con él lo mismo que su rosa. Él no había cuidado a ninguna como lo
había hecho con ella. No las había regado. No las había protegido del viento. Por
eso su rosa era especial. Por eso yo era especial.
Pero poco a poco El Principito
fue conociendo a otras rosas. Y seguro que regó alguna. Y seguro que
protegió a alguna del viento. Pero su rosa seguía siendo su rosa. Y seguía siendo única. Probablemente
ella tuvo miedo. Miedo de que el tiempo que pasaba con otras rosas las
hiciese más especiales que a ella. Y claro que las hacía especiales, pero ninguna lo era tanto como ella. A pesar de todas las rosas que conoció su rosa
nunca dejó de ser su rosa.
Ojalá que, por muchas rosas que
cuides, que riegues o que protejas del viento, yo siempre siga siendo tu rosa.
"Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante." |
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